La máscara reformista del presidente Massoud Pezeshkian cayó esta semana cuando su parlamento dio luz verde a medidas de vigilancia sin precedentes para perseguir a las mujeres que rechazan las leyes obligatorias del hijab.
La nueva ley, denominada “ley del hiyab y la castidad”, otorga al régimen amplios poderes para imponer multas paralizantes de hasta 20 meses de salario a las mujeres que se atrevan a aparecer en público o en las redes sociales sin cubrirse adecuadamente con el hiyab. Las mujeres que no paguen estas multas en un plazo estricto de 10 días se enfrentan a sanciones en cascada, incluida la suspensión de servicios gubernamentales esenciales y la negación de pasaportes, licencias de conducir y permisos de salida.
La ley draconiana también penaliza el diseño o la promoción de artículos que se considere que fomenten la “desnudez” o la falta de velo, y extiende su alcance a prendas de vestir, estatuas e incluso juguetes. Representa una clara traición a la retórica de campaña de Pezeshkian, en la que se posicionó como una voz moderada contra la aplicación estricta del hiyab.
Ahora, apenas cuatro meses después de su mandato, su administración está supervisando una de las medidas más agresivas contra las libertades de las mujeres desde la Revolución Islámica de 1979, cuando el hijab se volvió obligatorio por primera vez para todas las mujeres en espacios públicos.
Si bien Pezeshkian técnicamente tiene la autoridad constitucional para retrasar la implementación de la ley reteniendo la notificación a las agencias pertinentes, los críticos ven la aparente tensión entre su administración y los partidarios de la línea dura del parlamento como mero teatro político.
“El desacuerdo sobre su implementación entre los partidarios de la línea dura del Parlamento islámico y el llamado reformista Pezeshkian en la administración es una exhibición escenificada de los conflictos internos del régimen sobre la ley obligatoria del hijab”, le dice a DW la analista política iraní residente en Estados Unidos Mary Mohammadi.
“Busca impedir el avance de las demandas de las mujeres, reforzar la moral de los partidarios ideológicos del régimen, agotar la psique de la sociedad creando conflictos que lo abarcan todo en la vida diaria y debilitar el potencial revolucionario liderado por las mujeres”.
La represión de Irán es una respuesta directa al creciente desafío de las mujeres iraníes desde la muerte de Jina Mahsa Amini en septiembre de 2022. La muerte de la mujer kurdo-iraní de 22 años bajo custodia de la policía moral, después de ser arrestada por presuntas violaciones del hijab, desencadenó el movimiento “Mujeres, Vida, Libertad” y desató protestas sin precedentes lideradas por mujeres y colegialas que exigían un cambio político.
De hecho, más de dos años después de que la muerte de Amini galvanizara a la nación, las mujeres iraníes siguen apareciendo en público sin hiyab a pesar del aumento de las amenazas y la vigilancia. Incluso algunos funcionarios de la República Islámica expresan en privado su preocupación por que estas drásticas medidas de aplicación de la ley puedan desencadenar una nueva ola de protestas callejeras, ya que las crecientes restricciones del régimen chocan con una población cada vez más desafiante.