Por Gabriel Ben-Tasgal
En el Libro de Gabriel Ben Tasgal, 300 Preguntas en 300 Palabras se incluye el genial prólogo que le dedicó el Dr. Ariel Gelblung, Director del Centro Simón Wiesenthal para América Latina. Nos permitimos incluirles el mismo ya que apoya y complementa el objetivo del libro. Sus palabras identifican la Visión de ISRAELCHILENOTICIAS.COM
“Quiero ofrecer unas pocas pautas importantes antes de que se adentren en la lectura que Gabriel Ben-Tasgal les va a proponer. Estudiar sobre el antisemitismo es una de las formas más valiosas para combatirlo. Este “odio genérico” tiene un enorme componente de ignorancia que el saber diluye. Cualquier lector no judío va a aprender sin duda de su contenido y con ello alejamos aún más la posibilidad de que lleve adelante algún hecho antisemita del cual desconocía su naturaleza. La ignorancia sobre el tema es una de las causas principales del antisemitismo que se repara con el conocimiento, siempre que el actor lo desee. Convengamos que hay antisemitas que no saben que lo son y que, de saberlo, dejarían de sostener esa posición. Pero algunos lo son a sabiendas. A esos no se los combate con la sapiencia, porque no comparten el criterio. Aun así, continúan adrede, porque existe intención de causar daño. Y no necesariamente son nazis. El nazismo fue una de las formas más organizadas, sangrientas, perversas y logradas de antisemitismo. No fue la primera ni será la última. Hubo antisemitismo anterior y seguirá existiendo. El antisemita no es necesariamente de derecha. El odio, querido lector, es ambidextro. Y ser de izquierda, declarándose antifascista, no implica que no pueda ser antisemita.
Cuando el saber no alcanza, a los antisemitas que tienen saber e intención, se los debe combatir con la ley en la mano. Las democracias son gobiernos de la mayoría tan fuertes como la defensa de los derechos de sus minorías. Para ello, las constituciones y leyes que generan tienen que ofrecer el suficiente amparo para que cada ciudadano pueda disfrutar y ejercer su identidad como mejor le plazca. Actualmente existen muchísimas normas de derecho positivo y de derecho internacional que proporcionan recursos para garantizar el ejercicio de estos derechos. Esas normas transforman a los antisemitas en delincuentes o infractores a la espera de su condena. Y donde estas normas no existen, debemos trabajar para lograr su creación.
Hay países que han efectuado un maravilloso trabajo legislativo y jurisprudencial en los últimos 35 o 40 años, que está generando experiencia y posibilidad de defensa frente al odiador serial poniendo límites y castigos. Estos países están atravesando una tercera o cuarta generación de normas jurídicas antidiscriminatorias. Sin embargo, en otros ni siquiera se ha terminado de gestar la primera camada de estas leyes. En esos países, esperamos que el trabajo de comunidades judías locales se sostenga en organismos internacionales con experiencia, y el saber que este libro puede traer para avanzar en este camino, que, en cuanto democracia, es ineludible. En síntesis. No dejen de aprender de lo que este libro nos brinda y utilicen en el caso respectivo el saber que aporta para exigir de sus representantes una mayor protección de sus derechos. Con gusto los ayudaremos”.
PREGUNTA 206
Al surgir, ¿todos los judíos apoyaron al sionismo?
La oposición al sionismo provino principalmente de tres focos. Ante todo, entre los que creían que los judíos debían aceptar la emancipación anhelando ser judíos en “casa” y “ciudadanos” en la calle. Dentro de este grupo podemos incluir al Movimiento Reformista. La segunda oposición provino de la ortodoxia judía que consideraba que el nacionalismo laico “a la europea” era ajeno al judaísmo. Más aún, se consideraban amenazados por dichos principios. Además, el renacimiento judío llegaría con el arribo del Mesías y no antes. Con la oficialización del movimiento Sionista, parte de la ortodoxia judía conformó partidos políticos para impulsar sus intereses dentro del sionismo (Agudat Israel, por ejemplo) y, tras el Holocausto, la oposición de la ortodoxia al Estado de Israel es prácticamente irrelevante o menor.
La tercera oposición, por número e influencia, llegó desde los focos ruso-polacos del movimiento Bund. La historia del Bund es trágica. Terminó arrasado por el Holocausto y rechazado por los socialistas no judíos. El agradecimiento del mundo socialista hacia la labor revolucionaria de los judíos puede sintetizarse en que el Bund se presentó a elecciones en Polonia luego del Holocausto, obtuvo un diputado y luego fue “invitado” por el Partido Comunista a disolverse. El primer movimiento prohibido por los comunistas fue el Bund e incluso Stalin mando colocar una “J” en los documentos de los judíos por considerarles “ciudadanos soviéticos sospechosos”.
De todos modos, al nacer el sionismo, una mínima cantidad de judíos emigró hacia Israel. Los lugares más promisorios eran países en rápido desarrollo como EE.UU., Canadá o Argentina. Palestina, una remota provincia del Imperio otomano, era un lugar inhóspito. El desafío era apto para pocos, siendo encarado fundamentalmente por jóvenes idealistas que organizaron precarias colonias socialistas (kibutzim), desecaron pantanos y trabajaron una tierra inculta por siglos sin tener experiencia en la tarea.
PREGUNTA 207
¿El sionismo es consecuencia del antisemitismo europeo?
El sionismo no es consecuencia del antisemitismo, aunque se reforzó a causa de dicho odio. Los factores que explican el surgimiento del movimiento son variados: 1) El fracaso de la emancipación. Al judío europeo se le aseguró una igualdad no concretada; 2) Sentimientos nacionales y territoriales que impregnaron toda Europa; 3) Un profundo deseo religioso de “retorno a Jerusalén”, un anhelo que no se había traducido en una acción efectiva y masiva. 4) El antisemitismo europeo. Por ende, el sionismo no surgió a consecuencia de un solo factor (antisemitismo).
No todos los líderes judíos consideraban de la misma forma al antisemitismo. León Pinsker consideraba que el antisemitismo era una enfermedad incurable (“la judeofobia es una psicosis, hereditaria e incurable”). Sin embargo, algunos pensadores judíos consideraban que el antisemitismo se erradicaría en el marco del liberalismo europeo, otros creían que en el marco del socialismo y otros (como Simón Dubnov) que la solución pasaba por el “autonomismo. Tampoco en este tema hubo homogeneidad de criterios.
Para el fundador del sionismo político, el periodista Theodor Hertzl, el antisemitismo obligaba a encontrar para los judíos un “refugio”. Ajad-Haam hablaba menos de un “refugio” y más de conformar un “centro cultural” relevante para los judíos del mundo, una situación que no requería el traslado de masas judías a “Palestina”. Dov BerBorojov veía al movimiento sionista como una revolución marxista, mientras que Aharón David Gordon lo veía en clave Tolstoniana, como un proceso de reconexión con la tierra y el trabajo físico en el campo. El movimiento religioso nacional lo entendía en términos de redención. El sionismo nunca fue un movimiento ideológicamente homogéneo. Quien lo presente “monocorde” falsea su naturaleza. Sin embargo, en relación al antisemitismo, los líderes sionistas consideraron que la mejor forma de combatir la judeofobia era autoemancipándose, creando un estado judío propio.
PREGUNTA 209
¿Por qué la extrema izquierda y parte de la izquierda moderada han pasado a levantar tan firmemente la bandera antisionista?
Es posible explicar parte o buena parte de la crítica desde la izquierda mundial a Israel por el principio de “interseccionalidad”. La interseccionalidad es un término acuñado en 1989 por la activista y académica Kimberly Williams Crenshaw. Crenshaw cree que debemos pensar en cada elemento o rasgo de una persona como unido de manera inextricable con todos los demás elementos, así podemos comprender cómo ocurre la injusticia sistemática y la desigualdad social, desde una base multidimensional. Por ende, agrupaciones que se sienten afectadas o bajo situaciones de injusticia se unen y forjan alianzas a veces incomprensibles como la de la extrema izquierda y el radicalismo islámico.
La mayoría de las organizaciones de la izquierda europea e incluso latinoamericana se muestran indiferentes, se asocian y muchas veces impulsan la judeofobia. ¿Ejemplos? Durante la Convención anual del Partido Laborista de Gran Bretaña (2017), su líder Jeremy Corbyn fue instado a actuar porque distribuyeron folletos del Partido Laborista Marxista que discutía la “comunión entre sionistas y nazis” y citaba a Reinhard Heydrich, arquitecto de la Solución Final, alegando que “los nacionalsocialistas no tenían ninguna intención de atacar al pueblo judío”. Otro, Pablo Iglesias, del partido Podemos en España, que recibe fondos iraníes, vía contratación, para realizar un programa de TV en Hispan TV. En América Latina resaltan manifestaciones en Venezuela, Cuba, Bolivia o el claro antisemitismo de la izquierdista Quebracho en Argentina. El antisionismo de izquierda utiliza muchos de los mecanismos de satanización propios del antisemitismo europeo clásico. Les cuesta odiar al judío, pero demonizan al “judío entre las naciones” (Israel). Jean Paul Sartre se sentiría avergonzado con la actual conducta de la izquierda hacia el estado hebreo: “Israel es imperialista con sus kibutzim, y los árabes son socialistas con sus Estados feudales”, se mofaba de los que presentan al sionismo como “colonialismo”.
PREGUNTA 210
¿Existen otros abanderados del antisionismo en la modernidad?
En Medio Oriente, el antisionismo más extremo surge desde el radicalismo islámico. El antisionismo musulmán considera que Israel ocupa Dar al-islam (tierra santa islámica). Grupos islamistas o el gobierno de Irán insisten en que Israel es ilegítimo y lo llaman la “entidad sionista”. Otra oposición surgió desde la Iglesia católica, que consideraban que el “viejo pacto” (judaísmo) existe para testimoniar la superioridad de “la” verdad (cristianismo). Existen cristianos que creen que el Estado de Israel no tiene derecho a existir ya que contradice el destino de sometimiento del judío. Actualmente, el Vaticano reconoce a Israel, pero no como una expresión de la redención judía.
Tras el Congreso de Basilea (1897), el periódico Civilta Cattolica publicó sobre el sionismo: “1827 años han pasado desde que la predicción de Jesús de Nazaret se cumplió… que [tras la destrucción de Jerusalén] los judíos serían llevados lejos para ser esclavos entre las naciones y que deberían permanecer en dispersión [diáspora] hasta el fin del mundo”. El Consejo Mundial de Iglesias es un ejemplo de esta obsesión por deslegitimar a Israel. Por contrapartida, grupos católicos como el Opus Dei se sienten muy afines a Israel. Los sentimientos antisionistas también se manifestaron en foros como la Organización para la Unidad Africana y el Movimiento de Países No Alineados, que aprobó resoluciones que condenan el sionismo y que lo equiparan con el racismo y el apartheid durante la década de 1970. La oposición al sionismo también inunda identidades afroamericanas. El apoyo afroamericano a los palestinos es, generalmente, movido por consideraciones “de color”. El politólogo Andrew Hacker escribe: “La presencia de Israel en el Medio Oriente se percibe como un intento de frustrar el estatus legítimo de las personas de color. Algunos negros ven a Israel como esencialmente un poder blanco y europeo, con apoyo desde el exterior”.