Si hay algo que el conflicto entre Israel y Gaza está logrando con éxito es exponer la más absoluta hipocresía. Israel recibió recientemente la devastadora noticia de que seis de sus rehenes fueron ejecutados en cautiverio.
Después de sobrevivir a más de 300 días de tortura, Hamas recurrió a disparar a cada rehén en la cabeza a corta distancia cuando se dieron cuenta de que las Fuerzas de Defensa de Israel estaban a punto de rescatar a sus ciudadanos. Los rehenes fueron retenidos en un túnel de 20 metros de profundidad en Rafah, una zona de Gaza a la que Occidente había presionado para que no entrara Israel.
En lugar de culpar a Hamas de esta tragedia, los medios de comunicación internacionales están haciendo todo lo posible para mantener a Hamas fuera de los titulares y culpar directamente al gobierno israelí. Desde el New York Times hasta The Washington Post y la BBC, el sesgo de los medios es muy revelador en los titulares: “Manifestantes arremeten contra el primer ministro Benjamin Netanyahu”, “Sindicato llama a la huelga tras el hallazgo de los cuerpos de seis rehenes”, “Decenas de miles de personas se manifiestan en Israel pidiendo un acuerdo sobre los rehenes”, etc.
Según estos titulares, la culpa no es de Hamás, que ejecutó explícitamente a los rehenes, sino del obstinado y belicista gobierno israelí que se niega a ceder en un alto el fuego (por una guerra que no inició). En pocas palabras, los medios dependen de que seas un lector superficial que no cuestione su narrativa.
La realidad es que Hamás no se ha presentado a la mesa de negociaciones durante meses.
Sus demandas en relación con un alto el fuego son irrazonables y una amenaza para la seguridad nacional de Israel. A cambio de la liberación de un pequeño porcentaje de rehenes, Hamás exige que Israel libere a cientos de terroristas palestinos convictos, entre ellos Marwan Barghouti, el arquitecto de la sangrienta Segunda Intifada.
Exigen que las Fuerzas de Defensa de Israel abandonen el Corredor Filadelfia (la zona de separación entre Gaza y Egipto), lo que permitiría el flujo de armas sin restricciones hacia Hamás y la posible exfiltración de los rehenes israelíes restantes hacia Irán.
Los israelíes están divididos en este tema. Hay muchos que se oponen firmemente al acuerdo por las razones mencionadas anteriormente. También hay muchos que están a favor de él para priorizar las vidas de los rehenes y poner fin a una guerra brutal que está agotando a los ciudadanos y la economía de Israel.
No importa con qué perspectiva se alinee uno, la realidad es que Israel, al igual que Estados Unidos, defiende la libertad de expresión y el derecho de sus ciudadanos a protestar contra la política del gobierno. Esta es una virtud del Estado de Israel y no debe usarse en su contra.
Hablando de Estados Unidos: uno de los rehenes asesinados, Hersh Goldberg-Polin, de 23 años, era ciudadano estadounidense. ¿Dónde están ahora mismo los estudiantes universitarios de todo Estados Unidos que protestan por la muerte ilegal de uno de sus propios ciudadanos? Según las Convenciones de Ginebra, ejecutar a rehenes civiles es una violación del derecho internacional y un crimen de guerra.
¿Dónde están las condenas de la ONU y la CPI?
Naturalmente, lo único que oímos son grillos… Hipocresía en su máxima expresión.