Tras el derrocamiento del dictador sirio Bashar al Assad, Israel ha tenido una oportunidad única: según el periódico libanés Al-Akhbar, Israel está negociando con organismos sirios e internacionales para intentar localizar el cuerpo del legendario espía Eli Cohen.
La carrera de espionaje de Cohen es uno de los capítulos más destacados de la historia de la inteligencia israelí. Nacido en Alejandría de padres judíos sirios, poseía un don natural para los idiomas, ya que hablaba árabe, inglés y francés con fluidez. Tras recibir formación inicial en espionaje en Israel en 1955, regresó a Egipto, pero fue expulsado junto con otros judíos tras la crisis de Suez. Posteriormente se instaló en Israel en 1957, donde trabajó como traductor y contable antes de ser reclutado nuevamente por la inteligencia israelí en 1960.
Eli Cohen nació en Alejandría, Egipto, el 26 de diciembre de 1924 y fue un espía israelí emblemático. Es conocido por su trabajo de espionaje en Siria, donde desarrolló estrechas relaciones con la jerarquía política y militar siria entre 1961 y 1965 hasta su ejecución en Demasco el 18 de mayo 1965.
Cohen nació en Alejandría, Egipto, en el seno de una familia de judíos mizrahi. Su padre había emigrado de Alepo, en el Imperio Otomano, en 1914. Profundamente comprometido con el judaísmo, Cohen había planeado en su juventud convertirse en rabino con la orientación de Moses Ventura (1893-1978), rabino mayor de Alejandría, pero la yeshiva de la ciudad pronto cerró, lo que le impulsó a cursar estudios superiores en la Universidad de El Cairo. Sionista acérrimo, ayudó a Israel a evacuar a la comunidad judía egipcia ayudando a la inteligencia israelí en todo Egipto.
En 1961, el Mossad envió a Cohen a Buenos Aires bajo el alias de Kamal Amin Thaabet, haciéndose pasar por un empresario sirio expatriado. Allí, entabló relaciones metódicamente con la comunidad de expatriados sirios, incluido el futuro presidente sirio Amin al-Hafez. Estas conexiones resultaron invaluables cuando Cohen se mudó a Damasco en 1962, donde ascendió rápidamente a los círculos más altos de la sociedad y el gobierno sirios.
Para establecer su coartada, Cohen se fue a Argentina en 1961 y al año siguiente se mudó a Damasco. Durante los siguientes años, usando el apodo de Kamel Amin Tsa’abet (pronunciado habitualmente como Sa’bet o Tha’bet), Cohen se ganó la confianza de varios militares sirios y oficiales del gobierno, y envió mensajes de inteligencia a Israel por radio, cartas secretas y, ocasionalmente, visitando Israel en persona.
Su logro más famoso fue su viaje a las fortificaciones sirias de los Altos del Golán. En 1964 su control fue transferido al Mossad como parte de la reorganización llevada a cabo en los sistemas de inteligencia israelíes.
Su influencia alcanzó su punto máximo durante el golpe de Estado baasista de 1963, cuando varios de sus contactos argentinos tomaron el poder. Cohen era tan confiable que al-Hafez supuestamente lo consideró para viceministro de Defensa. Asistía a reuniones militares secretas y se le permitía el acceso a fortificaciones estratégicas sirias en los Altos del Golán, todo mientras transmitía información crucial a Israel.
A pesar de que la historia puede ser apócrifa, muchos dicen que Cohen sugirió que se plantaran eucaliptos alrededor de los búnqueres militares sirios y de los morteros en los Altos del Golán que apuntaban a Israel. De esa manera, Cohen arguyó que esos árboles proporcionarían cobertura natural para los puestos avanzados.
Después de que esta sugerencia fuese llevada a cabo por los militares sirios, Cohen envió esta información a Israel, cuya aviación — usando estos árboles recién plantados como guía — destruyó fácilmente la mayoría de las bases durante la Guerra de los Seis Días.
Cohen también conoció un importante plan secreto sirio para tener tres líneas de búnqueres y morteros unos al lado de los otros para engañar a los militares israelíes, que sólo sabrían de uno cada vez.
A pesar de las reiteradas advertencias de sus contactos, Cohen mantuvo una programación regular de transmisiones por radio. La contrainteligencia siria finalmente rastreó su señal y lo arrestó en enero de 1965. Tras un juicio militar, fue ahorcado públicamente en la plaza Marjeh de Damasco cuatro meses después. Para mantener sus restos fuera de manos israelíes, las autoridades sirias supuestamente han movido el cuerpo de Cohen varias veces a lo largo de los años.
Además de la búsqueda de los restos de Cohen, los negociadores israelíes también estarían llevando a cabo una agenda más amplia que incluye la localización de soldados desaparecidos de la Primera Guerra del Líbano. Si bien los restos de Zachary Baumel fueron devueltos a Israel en 2019, sigue sin conocerse el paradero de Yehuda Katz y Zvi Feldman, que murieron durante la Batalla de Sultan Yaaqoub en 1982.
Las negociaciones también abordan el patrimonio judío de Siria, ya que Israel busca preservar lo que queda de los sitios históricos y los tesoros culturales de la comunidad. Según Al-Akhbar, aproximadamente la mitad de los sitios judíos de Siria han sido destruidos y numerosos objetos sagrados, incluidos antiguos rollos de la Torá, han desaparecido. Algunos de estos objetos religiosos han aparecido desde entonces en Turquía.
Tras las líneas enemigas
El 10 de enero de 1962, “Kamel Amin Thaabet” abordó un barco turístico que partió de la ciudad de Génova, Italia, ancló en Alejandría y, finalmente, llegó al puerto de Beirut.
En el barco, Eli Cohen conoció a Majeed Sheikh al-Ard, una figura que lo acompañaría durante sus tres años en Damasco. Al-Ard era un hombre de mundo; hablaba muchos idiomas y dominaba el alemán. Los dos se conocieron en la cubierta del barco y entablaron una conversación, durante la cual Cohen le contó su historia. Como hombre de negocios rico, que buscaba invertir el capital heredado, Cohen expresó su deseo de examinar la posibilidad de hacer negocios en su Siria natal. Majeed Sheikh al-Ard sugirió que después de aterrizar en Beirut, Cohen debería unirse a él en un viaje de Beirut a Damasco. Al-Arad invitó a Cohen a hacer el viaje con él en su nuevo automóvil y, después de un día de descanso en Beirut, la pareja se dirigió al paso fronterizo entre Líbano y Siria.
Según documentos de los servicios de inteligencia estadounidenses, Majeed Sheikh al-Ard no era un simple transeúnte inocente. Al-Ard fue un informante pagado por los estadounidenses entre 1951 y 1959. Majeed Sheikh al-Ard le explicó a Cohen que tenía varios amigos que podían organizar un cruce sin problemas de la frontera por unos pocos cientos de libras sirias. Majeed Sheikh al-Ard llamó a su amigo, un agente de seguridad sirio que los esperaba en el cruce fronterizo, mientras le prestaba una suma de 400 libras sirias de Cohen, un préstamo que nunca le devolverían. Otro amigo de al-Ard estaba a cargo de la aduana en el cruce fronterizo. Kamel Amin Thaabet (Eli Cohen) estaba sentado, bebiendo café en el cruce fronterizo mientras los amigos de Majeed Sheikh al-Ard se ocupaban del papeleo y trasladaban las bolsas que contenían el equipo de espionaje que Cohen había traído consigo desde Israel. Cuando los aduaneros jóvenes intentaron abrir las maletas, su jefe les regañó en voz alta: “¡Ya las revisaron!”, mintió el supervisor. Así fue como Eli Cohen llegó a Damasco sin que le registraran siquiera sus efectos personales.
Cinco días después de llegar a Damasco, y habiendo conseguido ya alquilar un apartamento, Eli Cohen transmitió su primer mensaje a la sede en Israel: He llegado sano y salvo.
El arresto
Eli Cohen sirvió en Siria desde enero de 1962 hasta su arresto el 18 de enero de 1965.
Según el jefe de los servicios de inteligencia sirios, los sirios empezaron a sospechar de Cohen cuando se enteraron de sus relaciones con “un hombre de vínculos sospechosos”. El oficial continuó explicando que, tras la detención de Cohen, también fue detenido un ciudadano sirio que le había ayudado a cruzar la frontera libanesa y entrar en Damasco. La fuente se refería a Majeed Sheikh al-Ard, la misma persona que acompañó a Cohen durante sus tres años en Siria.
Eli Cohen salió y volvió a entrar en Siria varias veces. La quinta vez fue el 26 de noviembre de 1964. Poco antes, los sirios habían capturado a dos espías estadounidenses que operaban desde la sucursal de la CIA en Damasco. Uno de los espías, Farhan Atassi, conocía a Eli Cohen. Los sirios, ahora muy conscientes de que eran el objetivo de operaciones clandestinas activas, vigilaban las idas y venidas de cualquiera que estuviera relacionado con la embajada de Estados Unidos en Damasco.
El 1 de diciembre, Cohen se reunió con su amigo Majeed Sheikh al-Ard para almorzar. Durante la comida, al-Ard le contó que unos días antes se había reunido con un hombre llamado “Rosolio”. Le dijo a Cohen que Rosolio era en realidad el criminal de guerra nazi Franz Rademacher, que se escondía en Damasco.
Eli Cohen se puso alerta. Fingió incredulidad y le dijo a su amigo que no era posible que supiera dónde se escondía Rademacher. En respuesta, Majeed Sheikh al-Ard telefoneó a Rademacher. Apenas cuarenta minutos después, Eli Cohen y Majeed Sheikh al-Ard estaban sentados en la casa segura del criminal de guerra nazi. El apartamento estaba a sólo diez minutos a pie de donde vivía Eli Cohen.
Al día siguiente del encuentro casual, Eli Cohen informó con alegría a la sede del Mossad en Tel Aviv que había localizado a un criminal de guerra nazi. Cohen proporcionó descripciones del aspecto de Rademacher, su dirección exacta y detalles de los alrededores de la casa de seguridad. Esperó nuevas órdenes, pero no recibió ningún refuerzo positivo de la sede del Mossad. En cambio, se le ordenó “dejar de seguir la pista de Rademacher y centrarse en la misión”.
Obviamente, la sede del Mossad no era consciente del peligro claro y presente que suponía la reunión tripartita. De lo contrario, habrían ordenado a Eli Cohen que dejara todo y tomara el primer tren a Beirut.
Los documentos de inteligencia de Estados Unidos indican que Majeed Sheikh al-Ard, que en su día sirvió como informante de los estadounidenses, intentó seguir siendo útil para ellos. Continuó transmitiéndoles informes y contaba con entusiasmo la información que reunía en sus reuniones con el nazi Franz Rademacher.
La teoría que he formulado, y que está apoyada por los documentos y testimonios que aparecen en mi libro, es que la inteligencia siria estaba al tanto de la reunión tripartita en la que participaron Eli Cohen y Rademacher, ya sea en tiempo real o a través de información que recibieron poco después de que tuvo lugar la reunión.
Llegados a este punto, vale la pena examinar cómo habrían percibido los sirios este encuentro.
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