Ya consumida la caída del régimen del tirano Bashar Al-Assad, que duró décadas y que los expertos militares califican de “milagrosa”, hay esperanzas de que una revolución similar pueda ocurrir también en la dictadura opresiva de Irán.
“Los iraníes han sufrido un duro golpe”, explica a Iran International Chris Doyle, director del Consejo para el Entendimiento Árabe-Británico. “Sin duda, han destruido ese importante corredor del que dependían, desde Irán hasta el Mediterráneo. Siria será ahora un país que no estará bajo el control de Irán. Irán perderá muchos de los activos en los que ha invertido y las propiedades de las que se apropió no seguirán siendo iraníes”.
“Ver lo que ha hecho Siria inspirará a mucha gente en toda la región, y eso desconcertará al régimen iraní”, afirmó.
Además, el sorprendente colapso de Siria en menos de una semana se produce en medio de una serie de reveses catastróficos para los agentes terroristas regionales de Irán. La campaña militar de Israel ha diezmado a Hamas en Gaza, mientras que Hezbollah ha sufrido pérdidas devastadoras en el Líbano, incluida la muerte de su líder de larga data, Hassan Nasrallah.
Para Israel, la caída de Assad representa una oportunidad histórica pese a las preocupaciones por la posibilidad de que armas químicas y misiles caigan en manos de extremistas. Ehud Yaari, investigador israelí del Washington Institute, sostuvo que es “momento de celebrar” el fin de la dinastía, y señaló que los líderes rebeldes ya han expresado su disposición a cooperar con organizaciones internacionales para asegurar los arsenales de armas de Assad.
Con su red de aliados terroristas en ruinas y la perspectiva de una presidencia de Trump que prometa renovada “máxima presión”, los disidentes iraníes pueden ver una nueva posibilidad de cambio en su propio país, donde la República Islámica ha estado en el poder desde 1979.
“Esto indica el colapso del ‘Eje de Resistencia’, que ha sido el pilar de la política de Jamenei durante la mayor parte de sus décadas de mandato como Líder Supremo”, dice Arash Azizi, profesor visitante de la Universidad de Boston, a Iran International. “Jamenei ya tenía problemas para salvar las apariencias, dados los golpes masivos que recibió el Eje en el último año, pero esto lo deja aún más humillado y aislado”.
Según Azizi, las facciones que buscan un acuerdo con Occidente “intentarán llegar a un acuerdo con Trump a cualquier precio que les permita obtener un respiro”. Sin embargo, advierte que la oposición iraní debe superar su actual desorganización para aprovechar al máximo el momento de debilidad del régimen.
“La oposición iraní podría haber aprovechado esta oportunidad para actuar contra el régimen, pero está extremadamente desorganizada y no puede hacerlo”, afirmó. “Su esperanza se basará en los movimientos espontáneos del pueblo iraní, que nunca se pueden predecir, pero siempre son posibles”.
Volviendo a Siria: Es momento de máxima cautela y mucha prudencia por parte de las cancillerías occidentales. La inesperada caída de Al Asad es una buena noticia para el pueblo sirio, pero no debemos olvidar quién la ha liderado: Hayat Tahrir Alsham (Movimiento para la Liberación del Levante), rama de Alqaeda hasta 2016; cuyo líder, Abu Muhammad Al Julani, es un viejo conocido de Al Qaeda, por el que EEUU ya puso precio a su cabeza: 10 millones de dólares en 2017.
El mapa de Oriente Medio que dejó Trump con los Acuerdos de Abraham es pasado. Los ataques terroristas del 7 de octubre de 2023 iniciaron una alteración del tablero regional, con una contundente respuesta en Gaza, una necesaria intervención militar en el Líbano, un Mar Rojo con serias amenazas de los hutíes, el asesinato de Ismael Haniyeh en Teherán, Nasrallah en Beirut, y Yahyia Sinwar en Gaza; un Netanyahu perseguido por la Corte Criminal Internacional, y por si fuera poco, la fulminante caída de la dinastía Al Asad, tras 50 años en el poder, y tras haber sido readmitido en la Liga Árabe después de 10 años repudiado. Para los que nos dedicamos a las relaciones internacionales el panorama actual en Oriente Próximo es simplemente insólito.
Ayer Trump ya adelantó por X su postura al afirmar que EEUU no deben jugar ningún papel en esta guerra “que no es nuestra”. Habría que ser ingenuo para creer que EEUU va a permanecer al margen, debido a las implicaciones para la seguridad de Israel de este cambio, al tener a las puertas de los Altos del Golán a afiliados de Al Qaeda. De hecho, Netanyahu ya se ha adelantado, desplegando su ejército en la zona desmilitarizada que separa Israel de Siria.
Además, el presidente Biden ordenó anoche el bombardeo de varios enclaves del Estado Islámico en Siria. Tulsi Gabbard, nominada para ser la futura directora de inteligencia de Trump, ya avisó en la precampaña del peligro de los que ayer tomaron el poder, recordando su afiliación terrorista.
Trump se enfrenta a una región de Oriente Medio muy compleja en la que no le quedará otra opción que responder a los desafíos que surjan, siendo su prioridad la defensa de Israel.
La caída de Al Asad es un golpe de muerte al “Eje de la Resistencia” formado por Irán y sus milicias. Hezbolá, que ha sido clave en la supervivencia de Al Asad, está en su peor momento. La caída del Asad inhabilita su principal cadena de suministros (armas, y otros) entre Líbano y Siria (el Valle de la Bekaa). Además, supone la ruptura de la continuidad territorial del eje (entre Irán, Irak, Siria y Líbano).
Irán ha evitado entrar en un conflicto abierto con EEUU e Israel, utilizando a sus vástagos en la región. Si la llegada de Trump ya era una mala noticia para Irán, la caída de la dinastía de Al Asad empeora aún más su prospectiva en la región. Podemos estar ante el final del eje de la resistencia. Jamenei ya tiene serias razones para plantearse el fin de sus aspiraciones, y al igual que Putin su prioridad es la supervivencia de su régimen.
Rusia está sufriendo un gran desgaste en la guerra de Ucrania. La caída de Al Asad es un duro golpe para Putin en Oriente Medio. Todo apunta a que Putin ha tenido que hacer duras concesiones para su supervivencia política, como el dejar caer al régimen sirio perdiendo influencia en Oriente Medio para optar así a un acuerdo para el fin de la guerra de Ucrania, y por ende, su continuidad en el poder. Su fuerte presencia en Siria y el Sahel ha sido un gran desafío para los intereses occidentales, y su salida de Siria abre un nuevo horizonte. No sería de extrañar que Trump mediara una paz entre Rusia y Ucrania y que esta fuera una de las condiciones. Ayer mismo vimos en París acercamientos entre Trump y Zelenski.
Apoya a nuestros autores
Este es un contenido premium, suscríbete para leer todo el árticulo.
