La propaganda antiisraelí es el nuevo género más de moda en Hollywood.
Las últimas nominaciones de la Academia a la mejor película documental incluyen no una sino dos películas que apuntan a Israel: “The Bibi Files”, que se centra en los escándalos de corrupción del Primer Ministro Netanyahu, y “From Ground Zero”, una antología de 22 “videodiarios” árabes de Gaza.
Lo que llama la atención de esta prestigiosa lista es que no se reconoce la mayor masacre de judíos desde el Holocausto. “We Will Dance Again”, un poderoso documental que narra la historia de los sobrevivientes de la masacre del festival Nova, no fue incluido. Tampoco lo fue “OCTOBER HATE”, que documentó la oleada de antisemitismo que arrasó los campus universitarios estadounidenses tras el 7 de octubre.
Mientras tanto, la Academia continúa su experimento con la política de identidades a través de sus nuevos estándares DEI, que establecen porcentajes específicos de participación de minorías para las películas nominadas a Mejor Película. Sin embargo, a pesar de representar apenas el 2% de la población estadounidense, de alguna manera los judíos no califican como un grupo subrepresentado.
Según el Instituto Judío de Televisión y Cine, los judíos siguen siendo los únicos excluidos de las consideraciones de diversidad de Hollywood, impulsadas por viejos tropos antisemitas sobre la riqueza, la blancura y los privilegios de los judíos. Sin marcos significativos para evitar los estereotipos y alentar la narración auténtica, la industria recurre a caricaturas caricaturescas o a la difamación directa de los personajes judíos. Los riesgos reales de esa marginación después del 7 de octubre son claros: datos recientes del FBI muestran que los judíos siguen enfrentándose a la tasa más alta per cápita de crímenes de odio entre los grupos minoritarios de Estados Unidos.
En el Hollywood de hoy, el dolor judío no encaja en la narrativa preferida. Las historias de víctimas israelíes no sirven a la agenda política de la industria. El mismo establishment del entretenimiento que rutinariamente se felicita por amplificar las voces marginadas ha decidido que es mejor silenciar a algunas voces judías.
A medida que se acerca la temporada de premios de 2025, la pregunta no es si Hollywood tiene un problema con Israel. La pregunta es si alguien en la industria tendrá el coraje de reconocerlo y, lo que es más importante, de hacer algo al respecto”.