Tu Bishvat o Tu B’Shvat (Hebreo: ט”ו בשבט). Ésta es una fiesta menor en el calendario hebreo. El nombre Tu Bishvat viene a partir de la fecha del día de fiesta, el décimo quinto día de Shevat (שבט).
Shevat es el nombre del mes del calendario hebreo y las letras ט y ו, leído como “Tu” es el número 15 representado con la numeración hebrea. El 15 de Shevat (mes equivalente a enero o febrero), en Israel comienzan a asomarse los primeros brotes de vegetación.
En consecuencia, se salía a plantar árboles. Por eso, esta es una fiesta de la naturaleza. Se comen frutos y en el Estado de Israel salen grupos de alumnos a festejar al aire libre y plantar árboles. Es uno de los cuatro Rosh Hashanot (Años Nuevos) mencionados en el Mishná, la base del Talmud.
La Torá enseña que la naturaleza debe ser respetada, aún en tiempos de guerra. No deben ser destruidos los árboles ni los bosques. En distintos círculos tradicionales, se reúnen el 15 de Shevat y se realiza un acto en el que se leen pasajes bíblicos relacionados con los árboles y la naturaleza. Se recitan bendiciones especiales y se comen frutos de diversos árboles.
Los judíos jaredíes llaman el día por su nombre completo original, Jamishah Asar BeShevat (חמישה עשר בשבט) – El decimoquinto de Shevat.
¡Feliz Tu Bishvat!
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Ser como un árbol 🌳 Por Rabino Yoni Levi
Ser como un árbol es ser paciente. Es entender que las grandes cosas no suceden de un momento a otro, sino que se desarrollan poco a poco.
Ser como un árbol es entender que las crisis son parte de la vida, y para que la semilla pequeña pueda germinar, echar raíces y crecer, debe ser enterrada en la tierra y descomponerse. Sin esto, permanecerá pequeña y cerrada, sin cumplir su potencial.
Ser como un árbol es entender que cada estación de la vida es hermosa a su manera: hay tiempo para florecer y hay tiempo para perder las hojas, hay períodos de crecimiento visible y períodos de fortalecimiento interno oculto.
Ser como un árbol es estar conectado con tus raíces: absorber de ellas fuerza y estabilidad, sabiendo que, aunque el viento te doble, ellas te sostendrán erguido.
Ser como un árbol es alzar la cabeza hacia el cielo y ansiar la abundancia que vendrá desde arriba.
Ser como un árbol es no mirar hacia los otros árboles y compararte con ellos. Es recordar que no hay otro árbol como tú en el mundo y que no estás en competencia con nadie, sino solo contigo mismo.
Ser como un árbol es ser generoso. Es dar frutos que endulcen el día de los demás, ofrecer sombra a los cansados y dar refugio a los pájaros, sin calcular lo que recibirás a cambio.
Ser como un árbol es entender que cada año te agrega un anillo de sabiduría y experiencia de vida.
Ser como un árbol es recordar que, incluso en los días más fríos del invierno, la primavera siempre llega al final.
Ser como un árbol es no preocuparse por la pregunta “¿qué pasará?” o “¿cuándo llegará el final?”, sino concentrarse en crecer sin hacer cuentas ni medir resultados.
Ser como un árbol es creer que hay un ángel desde arriba que te dice “crece”, y que, aunque ahora eres pequeño y tus fuerzas son limitadas, eres capaz de llegar lejos y alto.
Ser como un árbol es saber que cada día es una nueva oportunidad para crecer, fortalecerse y acercarse un poco más al cielo.
¡Feliz Tu Bishvat!
La Torá compara al hombre con un árbol, y al Tzadik (hombre justo y santo) con una floreciente palmera datilera. En una interesante afirmación del Talmud, nuestros Sabios declaran que el Tzadik vive para la eternidad, …”tal como su semilla está viva, así también él está vivo”. (“Semilla” es utilizada en este caso, como concepto de descendencia, hijos, discípulos).
Al elegir la palabra “semilla” para esta comparación, los Sabios nos transmiten las ideas e imágenes que surgen por sí mismas. Una de las ideas es el maravilloso proceso de crecimiento que transforma a una pequeña semilla en un múltiple agente reproductor de su especie, sea una espiga de granos, o en un árbol frutal. Educar a un niño es como sembrar una semilla. Debemos nutrir “potenciales árboles frutales”, que darán origen a generaciones de su misma especie. Es por ese motivo que debemos dedicar mucho tiempo y esfuerzo, para asegurarnos que “la semilla reciba la nutrición necesaria “, es decir “que nuestros hijos reciban una enseñanza pura, correcta y completa de Torá”. Otro pensamiento que el Talmud nos relata, utilizando la palabra “semilla”, es acerca del cuidado que una joven planta requiere en el proceso de crecimiento, y en cómo el efecto de un poco de cuidado extra a una temprana edad, se multiplica en el producto final.
Por otra parte, si se práctica una incisión en un árbol maduro, el corte no se esparce y el daño queda confinado al lugar donde se practicó el mismo, pero si se hace un pequeño corte en una semilla antes de ser plantada, ésta podría no prosperar en su crecimiento, o bien todo el árbol podría deformarse como resultado de la incisión. Familiarmente, si un hombre adulto debiera , bajo ciertas circunstancias, omitir el cumplimiento de alguna Mitzvá (precepto) -Di-s no lo permita-, podría suceder que el entrenamiento y el hábito arraigados desde temprana edad, eventualmente prevalecieran y volviera a un cumplimiento completo de las Mitzvot. Como contrapunto de esto, si nuestra juventud crece solamente con el aporte de la cultura que cotidianamente nos circunda, se verá carenciada del cálido entusiasmo por una vida llevada a cabo de acuerdo a la Torá, “el árbol podría deformarse” debido a la marca efectuada en la “semilla”.
No podemos dejar que esto suceda, nuestro objetivo debe basarse en que “el semillero” esté siempre lleno de “buenas semillas” que den paso a fuertes y nobles árboles, en una renovación constante, de acuerdo al cumplimiento de los sagrados preceptos de la Torá.
