🫶 Yarden Bibas forma un corazón con sus manos para agradecer a innumerables israelíes por su apoyo.
Con profundo dolor, Yarden Bibas, que estaba al frente de la camioneta, formó un corazón con sus manos, reconociendo a los innumerables israelíes que vinieron a apoyarlo mientras se despedía de Shiri, Ariel y Kfir. Está sentado junto a la hermana de Shiri, Dana, que se parece mucho a ella.
En un emotivo comunicado, pidió disculpas por no poder abrazar personalmente a cada persona que salió a las calles a presentar sus respetos y mostrar solidaridad.
“Hemos iniciado el cortejo fúnebre acompañados por masas de israelíes. Te vemos y te escuchamos, y nos conmueves y fortaleces gracias a ti”.
La nación judía se mantiene unida: unida en el duelo, unida por el amor y llorando con un solo corazón. El asesinato de niños deja heridas que nunca sanan.
Enseñamos a nuestros hijos desde pequeños a permanecer en silencio cuando suena la sirena en el Día de Conmemoración del Holocausto. Desde pequeños, aprenden a detenerse y quedarse quietos, y más adelante, en días como hoy, saben por qué.
Únete al grupo de WhatsApp de ICN
Sentimos esta verdad con una claridad aplastante mientras lamentábamos la pérdida de los niños Bibas. Miles de personas se alinearon hoy en las calles que conducen al cementerio, creando un camino de solidaridad para que el padre Yarden Bibas pudiera sentir nuestro amor colectivo en medio de una pérdida inimaginable. En mi propia ciudad, nos reunimos cerca del ayuntamiento, con velas conmemorativas parpadeando en manos temblorosas. Las escuelas celebraron ceremonias en todo el país donde incluso los niños más pequeños se unieron al duelo nacional.
Cuando los niños fueron enterrados hoy en los brazos de su madre Shiri, nos reunimos como una sola nación. Lloramos como un solo pueblo. La profundidad de nuestro dolor no puede ser comprendida por aquellos que no comprenden los vínculos que nos unen como israelíes, como judíos, como seres humanos que reconocen el valor sagrado de la vida de los niños.
Es por eso que los jóvenes Ariel y Kfir quedarán grabados para siempre en nuestra memoria del salvajismo que sufrió nuestro pueblo el 7 de octubre.
El color naranja nos persiguió durante más de 500 días, mientras escuchábamos rumores sobre su destino. Era el tono vibrante del cabello de Ariel, un faro de inocencia que llegó a simbolizar a todos los rehenes. Cintas naranjas ondeaban en las antenas de los automóviles mientras globos naranjas llenaban el cielo de Tel Aviv sobre la Plaza de los Rehenes. Pero hoy ese mismo naranja se ha transformado en un rojo oscuro que, como nación, nunca olvidaremos.
En Chile en muchas intervenciones aportamos nuestro grano de arena:
Rabino Daniel Karpuj
Lloramos, hacemos silencio, elevamos plegarias, sufrimos el horror; lloramos nuevamente y finalmente nos curamos las heridas y secamos nuestras lágrimas.
Y vuelve a surgir la esencia y la esperanza de Israel, Pueblo Eterno.
Jamás esta banda de salvajes, inhumanos y asesinos podrán contra un Pueblo grande y destinado desde siempre a la Grandeza.
Y tampoco podrán los tibios del mundo, ni los indiferentes, ni los que miran hacia otra parte.
Cambiarán, una y otra vez, los signos políticos, los generales y los consejeros.
Pero Israel es Israel y es Israel, y siempre lo seremos.
Y aunque lloremos, y el dolor resulte insoportable, volveremos a ponernos de pie y seguiremos cumpliendo nuestra bendita misión entre las naciones del mundo.
Porque Israel es comparado con el polvo de la tierra: aunque lo pises, siempre terminarás por debajo de él.
¡PAZ PARA TODOS AQUELLOS QUE ELIGEN LA VIDA!
